domingo, 13 de julio de 2008

JOHN COLTER-CORRE , CORRE .....MALDITO

John Colter nació alrededor de 1774 en el condado de Augusta, estado de Virginia. Cuando Colter contaba con pocos años su familia se dirigió hacia el Oeste, buscando como tantos otros una vida mejor y cualquiera de esas oportunidades que ofrecía la frontera norteamericana. En esos territorios salvajes el joven Colter aprendió a cazar, montar trampas, y otras técnicas básicas para vivir en zonas agrestes. Fueron esas habilidades las que en 1805 le valieron un puesto en la famosa expedición de Merithewer Lewis y William Clark, la primera exploración estadounidense de costa a costa del continente norteamericano.


El joven e impulsivo Colter pronto mostró problemas de disciplina que le valieron un confinamiento y finalmente un juicio marcial. Finalmente pareció entrar en razón y se reincorporó a la expedición, donde sus dotes para la caza y la exploración resultaron ser realmente valiosas. En 1806, mientras se encontraban en Dakota del Norte, Colter conoce a dos tramperos que se dirigen al Oeste para conseguir pieles. El avezado cazador recibió un permiso para unirse a los cazadores y acompañarles hacia la actual Montana.
De regreso hacia el Este los tres cazadores cruzaron su camino con una partida peletera del explorador y empresario peletero Manuel Lisa. Colter decidió unirse a la expedición que iba camino de las Montañas Rocosas. Al llegar al río Bighorn la compañía decidió levantar un fuerte, bautizado como Fort Raymond. Desde allí, en octubre de 1807 Colter procedió en solitario a explorar la región hoy conocida Yellowstone y otros actuales parques naturales situados en las Rocosas, en el estado de Wyoming. Al regresar al fuerte al año siguiente, pocos creyeron sus relatos de barrizales hirvientes y lagos calientes, ni mucho menos sus visiones del fénomeno conocido como géiser.
Al año siguiente Colter encabezaba una partida de indios Cuervo que se dirigían a Fort Raymond. Durante el camino fueron atacados por una numerosa fuerza de Pies Negros. Colter resultó herido, pero los Cuervo finalmente lograron rechazar a los atacantes. Tras recuperarse de sus heridas el explorador se unía a otra expedición, la del cazador y trampero John Potts, un antiguo miembro de la expedición de Lewis y Clark. Juntos se adentraron en Montana, en una zona conocida como Three Forks, buscando pieles de castor. Con los Pies Negros cerca del lugar los dos tramperos optaron por ser prudentes, escondiéndose por el día y colocando las trampas por la noche, que recogían al amanecer. Sin embargo, esas medidas no fueron suficientes y fueron descubiertos por los Pies Negros en el río Jefferson. Tanto Potts como Colter fueron capturados. Fue entonces cuando Colter fue protagonista de uno de los hechos más insólitos de la historia colonial norteamericana.

John Potts no tuvo suerte. Fue asesinado y desmembrado. A Colter, sin embargo, decidieron darle una oportunidad. Tras ser desnudado por completo, los Pies Negros le dieron medio minuto de ventaja, tras lo cual los guerreros indios irían en su busca. La caza del hombre había comenzado.


En un principio Colter no se dio demasiada prisa, pues estaba convencido de que iba a ser atacado por la espalda. Cuando vio que realmente tenía una oportunidad, comenzó a correr desesperadamente. Tras recorrer algunos kilómetros estaba agotado y su nariz sangraba, pero increíblemente había logrado dejar atrás a sus perseguidores, salvo uno. En el momento en que Colter se dio cuenta de que sólo un hombre le seguía, le hizo frente. El indio trató de alcanzarle con su lanza, pero falló, quedando ésta rota. Cuando el guerrero tropezó y cayó, Colter reaccionó rápidamente, acabando con el indio usando la punta de la lanza. Al tratar de coger el taparrabos del indio vio que el resto de cazadores indios se aproximaban. El explorador tuvo que proseguir su huida totalmente desnudo.
Nuevamente logró dejar atrás a sus perseguidores, llegando tras unos siete kilómetros de carrera al río Madison. Allí se zambulló en las heladas aguas y se escondió bajo una balsa de restos de árboles y ramas arrastrados por la corriente. Permaneció sumergido, conteniendo la respiración, mientras los Pies Negros le buscaban por todas partes. Los indios llegaron a estar sobre su cabeza, caminando sobre la balsa de ramas y troncos. Según el propio Colter, permaneció en las aguas del Madison hasta que la oscuridad dominó todo el área, a pesar de que hacía horas que los Pies Negros ya habían desaparecido.
A partir de entonces comenzó un penoso regreso hacia Fort Raymond. Colter comió semillas, algún fruto ocasional, y ayudándose de la punta de lanza desenterró raíces que le mantuvieron vivo durante los once días que tardó en llegar al fuerte. Imaginad el asombro de los habitantes del fuerte al contemplar aquella figura barbuda, demacrada, herida, de miembros hinchados, tambaleándose mientras trataba de alcanzar el único oasis de civilización en varios kilómetros a la redonda. Nadie en el fuerte reconoció a Colter hasta que no dio su nombre.

Tras semejante odisea Colter permaneció en los territorios de la frontera, ayudando en 1810 a construir un nuevo fuerte en Montana, cerca de los dominios de los Pies Negros. Cuando un día, regresando de colocar trampas, Colter se encontró con los cuerpos de unos tramperos compañeros suyos asesinados por los Pies Negros, el hombre decidió que había tenido suficiente. Abandonó el Oeste y se trasladó a St. Louis. Allí casó y tuvo un hijo, trasladándose a La Charette, donde trabó amistad con el famoso Daniel Boone. Cuando el hijo de Boone fundó el cuerpo de los Rangers, Colter decidió alistarse. Sin embargo, nunca llegaría a volver a los territorios salvajes de la frontera. John Colter fallecía en mayo de 1812.

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