domingo, 28 de septiembre de 2008

AMISH - RESISTENCIA AL PROGRESO

Los amish (pronunciación AFI: [ɑmɪʃ]) son una agrupación religiosa cristiana de doctrina anabaptista, notable por sus restricciones al uso de algunas tecnologías modernas, tales como los automóviles o la electricidad. Son alrededor de 200.000 personas, principalmente en 22 asentamientos en los Estados Unidos de América y en Ontario, Canadá.


Los amish son un grupo cultural y étnico fuertemente unido, descendiente de inmigrantes predominantemente suizos de habla alemana. Creen literalmente en el Nuevo Testamento y se aíslan del mundo exterior, defienden el pacifismo y la vida sencilla. Visten como en el siglo XVII o XVIII. La mayoría habla en casa un peculiar dialecto alto alemán (Deitsch o «alemán de Pensilvania»), aunque los autodenominados «amish suizos» hablan un dialecto alemán que ellos llaman «suizo» (Swiss). Son sólo uno de los muchos grupos de «holandeses de Pensilvania», generalmente de origen alemán (la palabra Dutch, «holandés», es una forma arcaica de Deutsch, «alemán»). Los Beachy Amish, más «progresistas», especialmente aquellos nacidos después de la década de 1960, tienden a hablar predominantemente en inglés en casa.

La llegada al condado de Lancaster es como a cualquier otra zona rural de los Estados Unidos. La salida de la carretera Interestatal, unas cuantas intersecciones, y una ruta desde donde se pueden ver granjas, campos de diversos tonos de verde y ocre, y casas de madera con jardines de cuento.
La primera sorpresa viene cuando se comienzan a suceder los carteles de "Cuidado, carro tirado a caballo"... ¿Y eso?
Parados en una esquina escuchamos a lo lejos un clip-clop de cascos contra el pavimento hasta que tuvimos frente a nosotros una visión perdida en el tiempo:una especie de zulqui negro y gris tirado por un azabache, y conducido por una pareja Amish de ceñudo aspecto.
Esa fue la primera introducción a un mundo diferente y tal vez impensado. Un mundo donde la imagen no es nada y una congregación de hombres de bien viven al margen de las necesidades modernas. ¿Quién se puede imaginar a una chica de Buenos Aires, París o Londres viviendo con sólo cuatro vestidos, uno para el domingo, uno para salir, uno para trabajar y uno de recambio? ¿O vivir sin auto, sin TV, sin un buen equipo de música?


Esta gente de barba larga y sombrero de paja no hace más que sorprender y hacerse respetar por la gente que los viene a visitar y a comprar sus excelentes productos. Son impresionantes sus miradas tranquilas y seguras y la seguridad sincera que expresan en su forma de actuar. Creo que casi todos, quien más, quien menos, hemos pensado sobre el límite de nuestras necesidades, sobre tener miles de remeras (o zapatos, o vestidos, etc.) archivadas en el armario, sobre lo que supone gastar horas de nuestra vida frente a un
televisor... Bueno, pues ellos no sólo se lo plantean sino que adoptaron una nueva forma de vida.

Lo cierto es que más allá de la curiosidad que significa encontrar a gente tan distinta, una visita por estas tierras nos deja mucho para pensar: sobre nuestra forma de vivir, sobre nuestros valores (que cada vez representa un desafío mayor ponerlos en práctica), sobre nuestra solidaridad, sobre nuestro medio. Un par de días allí te sintonizan en otra onda. Sí, no es una onda "cool", pero pareciera que esta gente conoce el secreto de la paz interior...


El medio de transporte utilizado por los Amish es el carro tirado por caballos.
Hay varios tipos de carro: para ir al mercado, los del cortejo, los de verano, los familiares. Pero el zulqui no es el único medio de transporte que usan. Los chicos montan el monopatín comúnmente para desplazarse de granja en granja o para ir al pueblo. Y los más pequeños son arrastrados por sus hermanos mayores en unos carritos que parecen de juguete y que a veces también son usados para transportar pesos ligeros.

Y los vestidos... a ver, a ver. Imagínense una fiesta patria norteamericana en una escuela con chicos y grandes vestidos al estilo granjero del 1600. Bueno, la diferencia es que es en serio y ocurre en este siglo. Gracias al trabajo aplicado de la mujer de la casa, los hombres visten siempre pantalones (sujetos por tiradores), chaqueta negra, camisa azul, gris o blanca con zapatos negros y sombrero de paja que se sacan sólo adentro de sus casas.


Las mujeres hacen la ropa de los hombres, sus propios vestidos y los de sus hijas, además de los manteles, la ropa de cama, cubrecamas o quilts y capelinas. Lo único que no hacen es el traje de domingo de los hombres. De eso se encarga un sastre profesional. Sí, aunque sea difícil de creer, lo de los cuatro vestidos es cierto. Usan por lo general un vestido verde, azul, gris o bordeaux hasta un poco debajo de la rodilla, un delantal negro tomado de la cintura, una capelina atando el pelo, que nunca cortan, y zapatos o zapatillas negras. En la granja van descalzas.

Tal vez es necesario aclarar que, a pesar de la supuesta escasez de ropa y de no tener agua corriente, son gente extremadamente limpia. Es muy simpático ver a los chicos, que son representaciones fieles de sus padres pero en escala reducida, con sus sombreritos de paja o
capelinas más pequeñas y vestidos, pantalones, delantales, chaquetas, camisas y hasta los tiradores. Sólo les falta esperar unos años para la barba.

La barba larga sin bigote es todo un clásico entre los Amish. Ni bien se casan (después de un año de cortejo) se dejan de afeitar la barba para demostrar que son hombres de familia. En cambio, se afeitan el bigote porque les recuerda la persecución sufrida a manos de los militares cuando todavía vivían en Europa.


Las mujeres demuestran su estado civil usando un pañuelo negro en la cabeza si son casadas, o blanco si todavía están a la espera de un candidato.

Cuando una pareja joven se casa, recibe de la familia del novio la granja, y de la familia de la novia, el ganado y los muebles. La filosofía de los Amish predica la utilización de lo necesario, de lo que prevee la familia y del culto a la humildad.

Ni las mujeres ni los hombres usan colores brillantes, joyas, adornos, maquillaje o tintura para el pelo. Aunque no lo parezca es Norteamérica y están a dos horas de Nueva York, capital del comercio mundial.

Una de las cosas que más llama la atención de los Amish es su resistencia al uso de la tecnología. No usan autos, teléfono (usan unas cabinas de teléfono comunitario, sólo para casos de extrema urgencia), televisores, radio ni agua corriente, entre otras cosas. ¿Cómo es eso?

Regla número uno: la comunidad Amish no desea tener una relación física permanente innecesaria con el mundo exterior. Regla número dos: si algo no es estrictamente necesario, para qué tenerlo o hacerlo.

Las consecuencias de estas reglas pueden ser evidentes, pero igual sorprende mucho ver a estos expertos granjeros manejando sus carretas tiradas a caballo en medio de sus vecinos "normales" que usan Ford Chrysler o Chevrolet. O verlos trabajar la tierra con un viejo arado arrastrado por un par de mulas, o ver sus granjas sin cables eléctricos.


Para calentarse en invierno o enfriar los alimentos en verano usan gas natural embotellado. Claro que las heladeras a gas son unos armatostes viejos; sin enchufe no les quedan muchas opciones.
¿Cómo hacen entonces para que las cosas "se muevan"? Como hacían hace mucho tiempo. Sus fuentes de energía son el agua (que mueve la rueda del molino), el viento (que mueve las aspas del molino de viento) y el gasoil.

En realidad esto último es un parche que le tuvieron que hacer a la tradición cuando en 1950 las compañías lecheras les exigieron que usaran máquinas de ordeñar, en vez de hacerlo a mano. Y, obviamente, la tracción a sangre... suya y de sus caballos.


Aunque los amish pagan impuestos, están exentos de la Seguridad Social de los Estados Unidos, según el proyecto de ley relativo a Medicare promulgado en 1965. Como parte de su rechazo a los seguros, los amish no aceptan ayuda del gobierno, ni en salud ni en alimentación. Así, a pesar de que los amish no pagan Seguro Social, tampoco la utilizan. Además, los amish pagan impuestos escolares por escuelas que no usan y por muchos otros servicios a los cuales no recurren.

La familia es el fuerte núcleo que mantiene esta sociedad alejada de desvíos y perversiones. No son raras las familias Amish de ocho a diez niños con los roles del padre, jefe de familia, y la madre, bien delineados. Pero a la hora de poner el hombro, tanto uno como otro se levanta a las cinco de la mañana para trabajar la tierra, cuidar los animales, alimentar a los niños, llevarlos a la escuela, preparar los alimentos, coser y crear las quilt.
Como curiosidad, es una regla encontrar que la nuca y el cuello de las mujeres están quemados por el sol debido al constante trabajo en la huerta y a otros quehaceres al aire libre.

La cocina es el centro del hogar, es donde se reúne la familia y donde pasan las cosas más importantes. Las casas normalmente están adornadas con plantas, alfarerías o telas. Debido a su respeto por las citas bíblicas, no tienen ningún tipo de imágenes en las casas. Entonces, nada de posters de grupos de rock, de Leonardo di Caprio o láminas de la Gioconda.

Y esta costumbre se aplica también a las fotos. No usan cámaras y en todo momento evitan ser fotografiados. No es raro que las postales que se venden en los negocios de souvenirs (sí, hay muchos empresarios que toman a los Amish como un "negocio") sean de granjeros
de espaldas. Inclusive nos pasó a nosotros que cada vez que quisimos hacer un primer plano se dieron vuelta, y nos hicieron sentir su desaprobación... en fin, algún que otro pecado tuvimos que cometer.

Otra cosa que llama la atención a simple vista es la disciplina de los chicos. Desde pequeños se los ve trabajando e intentado aprender. La educación que reciben, si bien es bastante escasa en años, es suficiente para que sean todos unos caballeros y unas damas.

Estudian sólo 8 años en una escuela de una única aula. Ellos piensan que la educación es buena en cuanto sirva para ser un buen granjero, un buen esposo/esposa, padre/madre o ama de casa.

En esta escuela aprenden inglés, alemán (para la misa), aritmética, geografía, historia, estudios sociales, arte, la Biblia, etc.

Después del octavo año, se estila también que sigan asistiendo a clases tres horas por día para profundizar sus estudios.

Sin la artillería mediática a la que está sometida la mayoría del mundo occidental, los chicos encuentran en "mamá y papá" a sus héroes y sueñan con ser como ellos, ser los mejores granjeros o las mejores amas de casa. Simple, sin vueltas, como todo campesino.

A pesar de utilizar caballos y sistemas anticuados para trabajar la tierra, sus campos son tremendamente productivos. Eso sí, trabajan de sol a sol y no es una exageración. Su culto "bíblico" al trabajo los hace únicos en el empuje y la fuerza para salir adelante. Pero tal vez
sean más productivos simplemente por su sentido de solidaridad.

Por ejemplo, dos vecinos pueden aunar esfuerzos para comprar un arado y usarlo por turnos. Si alguien tiene un problema o está en apuros económicos, la comunidad entera no vacila un segundo y provee lo necesario para seguir adelante sin requerir posterior devolución de favores. Los Amish practican el: "hoy por ti, mañana por mí".

Cuentan los vecinos que no es raro que cuando un incendio acaba con el granero de madera de algún desafortunado, todos los hombres de la comunidad se junten y en un par de días levanten otro igual. Obviamente, sin deuda de por medio.



Los niños van a trabajar la tierra con los padres desde muy chiquitos y tratan el manejo de la tierra con la naturalidad con la que un niño de ciudad maneja el control remoto de la televisión.
La vida disciplinada, las tradiciones ancestrales, las características del campo y la importancia de su comunidad los transforma en personas simples, transparentes, pacíficos, agradables y tremendamente solidarios. Es increíble como pueden llevar adelante sus vidas sin las "comodidades modernas". En sus miradas se ve reflejada la felicidad y la paz que representa para ellos vivir en una sociedad así. No creo que les sea fácil, ya que otra forma de vida los ataca por todos los flancos, pero se mantienen fieles a sí mismos. No puedo sino admirarlos y pensar… pensar mucho en nuestro propio rumbo.

Estados como Missouri, Kentucky o Minnesotta han visto crecer esta comunidad de anabaptistas en más de un 130 por ciento.
En este período, la población amish se ha establecido en 7 nuevos estados -Arkansas, Colorado, Maine, Mississippi, Nebraska, Washington y Virginia Occidental- y ha ampliado de este modo su presencia al menos a 28 estados de costa a costa.



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