El 4 de septiembre de 1886, la banda chiricahua de Gerónimo y Naiche se rindió al general Nelson Miles del ejército norteamericano en el cañón del Esqueleto (Arizona) con lo cual los estadounidenses dieron por finalizadas las guerras apaches.
A finales del siglo XIX, mientras los chiricahuas iniciaban una etapa de más de un cuarto de siglo como prisioneros de guerra, en la que pasaron por Florida, Alabama y Oklahoma, el resto de las tribus apaches se hallaba en las reservas de Mescalero, Jicarilla, Fort Apache y San Carlos.
Sin embargo, no todos los apaches se encontraban en estos lugares, ya que quedaban algunos en el norte de México. Aunque es difícil determinar cuantos sumaban en total, eran suficientes como para llevar a cabo incursiones en México y en los estados de Arizona y Nuevo México hasta la década de 1930.
En México los demás apaches eran en su mayoría chiricahuas, así como otros procedentes
de reservas que se habían refugiado individualmente o en pequeños grupos en una zona muy agreste de difícil acceso de Sierra Madre, situada en la frontera entre Chihuahua y Sonora, una de cuyas subdivisiones eran las montañas Jaguar que ofrecían un refugio seguro.
En una de las zonas prácticamente desconocidas del continente, el quebrado terreno y los bosques ofrecían abundante caza, sobre todo venados, que satisfacían muchas de las necesidades de aquellas gentes.
Así mismo la mayoría de ellos ofrecían un aspecto muy diferente al de sus hermanos de las reservas, pues en lugar de las prendas europeas que aquellos llevaban, éstos se vestían a la usanza antigua, es decir con pieles. Asimismo acostumbraban a utilizar la piel de ciervo para sus demás útiles, incluyendo una especie de botines con los que calzaban los cascos de sus caballos para protegerlos y que dejaban unas huellas peculiares que revelaban el paso de apaches. Aunque solían ir armados con rifles también utilizaban el silencioso arco y flecha, como puede atestiguar, por ejemplo, un apache abatido por vaqueros en 1892. Tenía un excelente arco con una aljaba que contenía cuarenta flechas
No obstante, las frecuentes nevadas invernales obligaban a los montañeses a descender a zonas de menor altitud con el consecuente contacto con la población euroamericana.
En alusión a su estado indómito los mexicanos los llamaban «broncos» y los angloamericanos «bronco apaches». En el léxico regional «bronco» cobra el significado de libre o sin domar.
El bronco solía ser una persona que por un motivo u otro no aceptaba la vida de la reserva, la supervisión de los agentes asignados por el gobierno y el control del ejército chocaba con su espíritu de individuo libre. Para el bronco peor aún eran los apaches que colaboraban con los representantes del gobierno estadounidense. El resultado fue que frecuentemente los indios de las reservas sufrían el desprecio y el odio de los broncos, que realizaban incursiones contra ellos, matando a quienes
encontraban en su camino y llevándose alguna que otra mujer hasta sus escondrijos en Sierra Madre.
El bronco operaba en solitario o en pequeños grupos, realizando saqueos en ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos. Incluso, al igual que había ocurrido en el pasado, los gobiernos de los dos países llegaron a negociar un acuerdo según los cuales las fuerzas armadas de uno y otro podían cruzar la frontera internacional en persecución de estos indios. Debido a su reducido número era mucho más difícil dar con ellos que con un grupo más nutrido.
Teniente Britton Davis |
Los broncos reemplazaron a los apaches de la resistencia armada «oficial» prácticamente
a partir del momento en que ésta cesó. A principios del mes de septiembre de 1886 mientras la banda de Gerónimo y Naiche caminaba bajo escolta militar hacia Fort Bowie después de su rendición en Skeleton Canyon (Arizona), una noche tres hombres, tres mujeres y un niño lograron fugarse, dirigiéndose a México. Según los informes militares, más tarde fueron abatidos por fuerzas mexicanas o estadounidenses.
Pero como afirma la etnohistoriadora Angie Debo, al igual que otros apaches «difuntos», siguieron con las incursiones. Un año más tarde, el 7 de octubre de 1887, el teniente Britton Davis informó que unos apaches habían robado varios caballos en el rancho de Corralitos. No se puede asegurar que alguno de los atacantes fuese de este grupo, aunque sí cabe esta posibilidad
Durante esos años hubo numerosos incidentes de este tipo, de los cuales cabe citar los siguientes. El 2 de mayo de 1889 cerca de Deer Creek, a unos 96 kilómetros al sur de San Simón (Arizona), una banda de apaches atacó una mina donde hirieron a un hombre en ambas piernas, dándole después una muerte lenta encima de una estufa; seguidamente se marcharon a México con varios caballos de los mineros. Al año siguiente, el 3 de mayo de 1890, el conocido periódico Epitah de Tombstone
(Arizona) informó que diez apaches armados con rifles Springfield —la misma arma de reglamento que utilizaba el ejército estadounidense— atacaron a una partida de agrimensores. Dos días más tarde cayeron sobre una caravana de carromatos dando muerte a un hombre e hiriendo a otro. El 24 del mismo mes, en los montes Chiricahua, los apaches tendieron una emboscada al destacado abogado Robert Hardie y a su cuñado el Dr. F. Haynes. Mataron a Hardie mientras que Haynes logró escapar a duras penas. En relación con dicho suceso, en el Epitah los días 3 y 31 de mayo de 1890, se publicaron sendas críticas sobre la actuación del ejército.
Bronco apaches (Chiricahuas) 1890 |
A lo largo de 1890 se sucedieron otras varias incursiones en el sur de Arizona realizadas por apaches procedentes de México. Asimismo, durante la década siguiente, las colonias de los mormones en el norte de México experimentaron un aumento de ataques de los broncos de Sierra Madre. Un ejemplo típico de estas correrías fue la que ocurrió el 20 de septiembre de 1892, cuando una partida de apaches cayó sobre Cliff Ranch, situado a unos 48 kilómetros al oeste de Colonia Juárez. Los ocho atacantes mataron a Hiram Thompson y a su madre e hirieron a su hermano Elmer para después llevarse un botín de enseres domésticos y el ganado.
Massai , Apache Kid y Rowdy |
Por esta época, el número de apaches en Sierra Madre experimentó un cierto aumento, nutrido por personas que se fugaban de las reservas. De vez en cuando desaparecía algún hombre de San Carlos, a menudo llevándose una mujer consigo, y huía al sur de la frontera con México.
En algunos casos se conoce la identidad de estas personas como por ejemplo Massai, que en 1886 cerca de San Luis (Missouri) se escapó del tren que llevaba como prisioneros a integrantes de la banda de Gerónimo a Florida. Relativamente poco conocida, la historia de Massai se relata en el excelente libro de Sherry Robinson, Apache Voices («Voces apaches»), basado en las notas de Eve Ball, que llegó a conocer a los apaches como pocas personas, y que a través de los propios
chiricahuas incluye la historia de este guerrero.
Hijo de Nube Blanca y Pequeña Estrella, Massai nació, en fecha indeterminada, cerca del pueblo de Globe (Arizona), lugar donde pasó los primeros nueve años de su vida, salvo los lógicos desplazamientos para la caza y recolección de alimentos.
De naturaleza inquieta y una vez emancipado de sus progenitores, y en compañía de un amigo toncawa llamado Gray Lizard (Lagarto Gris), realizó un viaje a caballo hasta el Golfo de California. De regreso a su territorio, en el sudeste de Arizona, los dos compañeros fueron apresados junto con la banda de Gerónimo e internados en la reserva de San Carlos.
Massai tomó por esposa a una muchacha chiricahua con la cual tuvo dos hijos, se
alistó como explorador del ejército en la campaña contra Victorio de 1880 y, dos
años más tarde, mientras viajaba por ferrocarril con otros exploradores camino de Arizona, Massai se enteró de la fuga de la banda del jefe Loco que se dirigía a
México. Decidió abandonar el tren y se encaminó a Sierra Madre donde estuvo conla banda de Gerónimo y Naiche, pero no tardó en regresar a la reserva.
Durante algún tiempo Massai fue miembro activo de este grupo, siendo más tarde internado en San Carlos. Después de la campaña de Crook de 1884 vivió en la comunidad de «Turkey Creek», en la reserva de Fort Apache.
En 1885, Massai se fugó de la reserva con Gerónimo, pero se cansó pronto y regresó a Fort Apache donde se le permitió reunirse con su familia. Según Eugene Chihuahua, hijo de un conocido guerrero exiliado en Florida, por algún motivo a Massai no le gustaba estar con la gente de Gerónimo. Reincorporado a la unidad de los exploradores apaches, participó en la batalla en la que el capitán Crawford murió a manos de soldados mexicanos (enero 1886).
Cuando los soldados detuvieron a los exploradores chiricahuas para enviarlos como prisioneros a Florida, junto con la banda de Gerónimo apresaron a Massai y detuvieron también a Gray Lizard que se hallaba con los chiricahuas. Según Jasón Betzinez, que se hallaba entre los cautivos, Massai intentó organizar un motín, pero los demás apaches se negaron a secundarle. Luego, cuando el tren que llevaba los prisioneros al este pasaba por Missouri, Massai y «Gray Lizard» lograron fugarse.
Viajando a pie y alimentándose a base de caza menor y lo que lograban hurtar de granjas y aldeas, pudieron llegar al Sudoeste en el otoño de 1887. Al poco tiempo se separaron; Gray Lizard regresó con su familia mientras Massai se dirigió al sur de la frontera.
Arresto de Massai by Frederic Remington |
Durante unos años Massai vivió en las montañas de México, cruzando la frontera de vez en cuando para cometer incursiones, a menudo contra las mismas reservas, pues sentía odio hacia los de su pueblo que habían aceptado la paz del hombre
blanco. Entre 1887 y 1890 su nombre aparece en los informes militares de la reserva de San Carlos. Sobre la base de escasas pruebas fue acusado de numerosos crímenes incluyendo el rapto en un momento u otro de varias mujeres a las que después asesinaba. Sin embargo, Sherry Robinson cuestiona la veracidad de muchas de esas informaciones. Según esta investigadora, la verdad es que Massai raptó una
mujer mescalera llamada Zanagoliche, a la que llevó a Sierra Madre, en donde en presencia de otros apaches se casó con ella y de cuya unión nacieron cinco o seis hijos. Más tarde, cuando Massai se sintió acosado por sus perseguidores, se las arreglópara que su esposa y los niños pudiesen regresar a Mescalero. Existen distintos informes de cómo y cuando sus perseguidores dieron muerte a Massai, alguno tan tardío como de 1906.
Apache Kid |
«Apache Kid», hijo mayor de Togo-de-chuz de la banda aravaipa del jefe Capitán Chiquito, nació en Arizona hacia el año 1860. Su nombre apache era «Haskay-bay-nay-ntayl». La historia de este hombre se puede considerar atípica en el sentido de que durante las «guerras apaches» no formó parte de la resistencia. Al contrario, desde temprana edad al igual que otros apaches, sirvió en las unidades auxiliares del ejército norteamericano. En 1875 John Clum, el agente designado por el gobierno, trasladó la banda a la reserva de San Carlos. El joven apache pasó un
tiempo en el campamento minero de Globe donde tuvo varios empleos, aprendió
inglés y empezó a vestirse a la usanza de los blancos. Por aquel entonces los americanos empezaron a llamarle «Apache Kid», es decir el niño apache.
En 1879 el «Kid» conoció al jefe de los exploradores apaches Al Sieber que le dio el empleo de ordenanza y cocinero. Dos años más tarde se alistó en los exploradores. «Kid» sirvió con distinción en esta unidad auxiliar del ejército estadonidense, llegando al empleo de sargento. Participó en la campaña de 1882 contra los apaches coyoteros y montaña blanca. En septiembre de 1886 estuvo presente en la estación ferroviaria de Bowie Station (Arizona), cuando la banda de Gerónimo fue
enviada a Florida.
Las desventuras de «Apache Kid» comenzaron en el verano de 1887, cuando el padre de éste fue asesinado por otro miembro de la misma banda. Aunque unos amigos dieron muerte al asesino, los deseos de venganza llevaron a «Kid» a matar al hermano de éste. Luego «Kid» y sus amigos dejaron su unidad del ejército sin permiso, dedicándose a emborracharse. De vuelta al campamento hubo una reyerta en la que su jefe Al Sieber sufrió una herida de bala en el tobillo que le dejó cojo de por vida. Sieber acusó a «Kid» a pesar de que hubo testigos que afirmaron que el explorador
era inocente; éste fue sometido a juicio y sentenciado a muerte junto con otros tres indios. No obstante el general Nelson Miles (comandante del distrito militar) cuestionó la decisión logrando que el tribunal la reconsiderara y los hombres fueron condenados a diez años en la prisión de Alcatraz (California). Posteriormente, en 1888 desde Washington, D.C. se ordenó la puesta en libertad de Kid y cuatro de sus compañeros.
De nuevo en Arizona, las autoridades ordenaron el arresto de varios apaches incluyendo a «Kid». Fueron sentenciados a cumplir siete años en la prisión territorial de Yuma. Durante el viaje en carromato al presidio de Yuma, el «Apache Kid» y otros cinco presos apaches lograron matar al sheriff y a su ayudante que los vigilaban, huyendo luego al monte. A partir de este momento
«Kid» se convirtió en uno de los bandoleros más famosos y buscados de Arizona.
El «Apache Kid» logró reunir una pequeña cuadrilla que cometía robos y hacía incursiones en la frontera de Sonora y Arizona. Durante la década de 1890, Kid y otros broncos dieron quebraderos de cabeza a mexicanos y estadounidenses, tantos que el 4 de junio de 1896, los gobiernos de ambos países firmaron un convenio que nuevamente permitía que sus respectivas tropas cruzaran la frontera internacional en persecución de indios hostiles. Coincidiendo con el nuevo acuerdo, unos días más tarde cuatro estadounidenses que viajaban en un carruaje, informaron en el pueblo de Cañada Ancha que habían visto como un grupo de cinco apaches perseguía un carro que venía de Nogales (Sonora) se decía que era la banda del «Kid».
Seguidamente se envió a un pelotón de rurales en su busca. Mientras tanto, el general Frank Weaton, jefe del departamento militar de Colorado, situó dos compañías del 7º de Caballería cerca de San Bernardino que en el mes de agosto de 1896 se hallaban al mando del capitán L. K. Hare junto con una unidad de exploradores apaches (Gobernación, Hermosillo, 19 agosto 1896. AGES 10606). Hacia finales del siglo XIX el Apache Kid deja de figurar en las noticias de la frontera, posiblemente abatido en alguno de los numerosos encuentros con sus perseguidores. Se especula que esto ocurriera el 20 de septiembre de 1907 en el cañón de San Juan (Nuevo México), cuando una partida de ganaderos en busca de apaches dio muerte a un hombre que identificaron como Kid
Los broncos seguían viviendo en Sierra Madre y cometiendo incursiones hasta bien entrado el siglo XX. Cuantos sumaban en total, es materia de especulación.
Según E. H. White, explorador, vaquero y buscador de oro, la banda tenía unos setenta y cinco hombres, lo cual coincidía aproximadamente con el cálculo de Maroni Fenn, otro explorador. En 1929, White logró guiar una partida de vaqueros armados hasta su poblado principal en las montañas Jaguar, que constaba de unas 40 o 50 chozas y un fuerte de adobe. Los indios se habían refugiado en las cercanas montañas y los blancos optaron por retirarse antes de que pudiesen reorganizarse y regresar.
Charley McComas |
Por esos años los apaches seguían cometiendo actos de pillaje, matando ciudadanos y raptando niños, hechos que dieron lugar a represalias que resultaron en «vendettas» contra los renegados organizadas por familias mexicanas. Hubo varias bandas de broncos, algunas de las cuales tenían por jefes a hombres que llegaron a destacar,
como fue el caso de un blanco cuya identidad suscitaba cierta polémica. Sedecía que era Charles McComas que siendo un niño de seis años de edad fue raptado en marzo de 1883 en una incursión perpetrada por los chiricahuas Chato y Bonito mientras viajaba en carruaje cerca de Lordsburg (Nuevo México).
Los indios dieron muerte a los padres del pequeño, el conocido juez H.C. McComas y su esposa, hermana del prestigioso historiador Eugene F. Ware. Debido a la relevancia de la familia el asunto recibió mucha atención por parte de la prensa. Pero a pesar de una intensa búsqueda que duró años, no se volvió a tener noticias fidedignas de Charlie.
Betzinez and Haozous |
Según el testimonio del subjefe Zele, Charlie estuvo en el grupo liderado por Bonito. Gerónimo confirma este testimonio. El general Crook en su campaña de 1884 interrogó a varios de los apaches que se rindieron. Ellos afirmaron que, perseguido por los exploradores apaches, no lograron encontrar al niño tras su fuga por los bosques de Sierra Madre. En 1955 el anciano apache Sam Haozous contó que siendo niño en la banda de la que formaba parte, una mujer fue muerta deliberadamente por un explorador apache del ejército americano y que cegado por la ira el hijo de ésta tomo una piedra y golpeó al niño en la cabeza. Continuando su huida los apaches le dieron por muerto, aunque según Haozous todavía vivía cuando lo abandonaron.
En la década de 1920 hubo varias incursiones cometidas por una banda de broncos conducida por un hombre rubio que lucía una copiosa barba que le llegaba hasta la cintura. En 1924 una partida de apaches cruzó la frontera y, entrando en el sudoeste de Nuevo México, mataron a un vaquero llamado Fisher. A continuación robaron en un rancho. Perseguidos por vaqueros los atacantes regresaron a México donde unos días después los hermanos Hunt, dos vaqueros estadounidenses que trabajaban en Sonora, tuvieron que buscar un escondite para evitar una partida de media docena de apaches. Desde su escondite, los Hunt observaban el paso de los indios cuyo jefe resultó ser un hombre blanco que llevaba una larga barba rubia que le llegaba hasta la cintura. Se decía que era nada menos que Charles McComas que por aquel entonces tendría unos 50 años.
Francisco Fimbres a la derecha de la imagen con varias cabelleras apaches |
Debido a la presencia de los apaches, la región de Bavispe y Nacori Chico se consideraba
una tierra de nadie. Durante la década de 1920 hubo otra banda apache que tenía por jefe a un hombre conocido por el apodo de «Indio Juan». Delante de los aterrorizados aldeanos y campesinos mexicanos que lograban sobrevivir a su rapiña,se jactaba de que les dejaba con vida para que le preparasen un botín para la temporada siguiente. Se le conocía como un individuo muy sanguinario, con una personalidad rayana en la paranoia. Cometió numerosos saqueos contra los ranchos y granjas
de los mexicanos e incluso contra el pueblo de Nacori Chico (Sonora). Durante un período de varias semanas, asesinó a una familia entera, una maestra de escuela de Casas Grandes y a un trampero, y raptó a un niño en Sonora (Meed 1993: 59). En represalia, un ganadero llamado Francisco Fimbres, acompañado únicamente por dos de sus vaqueros, siguió las huellas de los apaches y logró sorprender su campamento, recuperar algo del ganado robado y apresar a una niña. Esta resultó ser nada menos que una bisnieta de Gerónimo y al igual que otros muchos niños apaches fue adoptada por la familia de su captor que le dio el nombre de Lupe. Integrada plena-
mente en la cultura de sus captores se consideraba a sí misma como una mexicana.
Pero los apaches no lo aceptaban y unos años después se vengaron. En octubre de 1927, una partida de apaches cayó sobre el rancho de Fimbres, degollaron a su esposa y se llevaron a Heraldo, el hijo pequeño del matrimonio.
Aunque algunas personas creían que el jefe de esta banda era el indio Juan, otros decían que era Charles McComas. Lupe corroboró esta versión diciendo que siendo niña recordaba que a menudo un hombre barbudo blanco visitaba su campamento. Sin embargo, si se acepta esa versión, de
alguna manera Heraldo pasó al grupo del sanguinario «Indio Juan» porque como se verá, allí es donde Fimbres dio con él.
A partir del luctuoso suceso Fimbres, se dedicó durante años a buscar a su hijo, organizando varias expediciones en busca del pequeño. Incluso llegó en 1930 a organizar un ejército personal compuesto por pistoleros estadounidenses para cazar a los culpables. Consiguió el apoyo de numerosos hombres de negocios del pueblo de Douglas (Arizona), cuya influencia contribuyó a una extensa campaña publicitaria a lo largo de los Estados Unidos. Reuniéndose en el sur de Arizona, se presentó como la última cacería de apaches en la que los participantes, además de poder cobrar piezas humanas, podrían penetrar en una de las zonas más agrestes y desconocidas de México. Se reclutaron más de mil hombres que tuvieron hasta su propio avión para espiar campamentos apaches, pero el gobierno mexicano se alarmó ante la posibilidad de tener en su territorio a tantos estadounidenses armados y abortó el proyecto.
Francisco Fimbres |
Pero Francisco Fimbres no cesó en el empeño de encontrar a su hijo. A principios de marzo de 1931, Francisco, su hermano Cayetano y varios compañeros lograron tender una emboscada a un grupo de apaches y matar a tres hombres, a los que arrancaron el cuero cabelludo. Al regresar a Bavispe, posaron con sus trofeos para un
fotógrafo del periódico Arizona Daily Star que publicó el retrato el 13 de marzo. Fue el comienzo de una cacería que acabó con la última resistencia apache. Poco después Fimbres y sus hombres entraron de nuevo en Sierra Madre, atacaron la banda de «Indio Juan» y mataron a éste y a varios de los suyos. Pero los indios en su huida dieron muerte a su cautivo, el niño Heraldo Fimbres, lo cual afectó enormemente asu padre que juró vengarse. Por su parte el gobierno mexicano optó por usar sus propioscazadores de indios. El más destacado de estos era Fimbres que no cesó en su empeñó hasta lograr el exterminio de la banda principal de los broncos.
No obstante las incursiones continuaron, como la del 12 de abril de 1930, cuando una partida de apaches mató a tres hombres cerca de Nacori Chico (Sonora). Se decía que su líder era un descendiente de Gerónimo. Pero poco a poco los broncos iban cayendo, víctimas de vaqueros y policías.
En el primer tercio del siglo XX los antropólogos Morris Opler y Grenville Goodwin llevaron a cabo una importante labor de trabajo de campo entre los apaches en Estados Unidos, el primero con las tribus orientales, chiricahuas, mescaleros y apaches-kiowa, mientras su colega se dedicó al estudio de los apaches occidentales de las reservas de Fort Apache y San Carlos. La situación de los broncos sobrevivientes en México atrajo la atención de ambos, sobre todo de Goodwin. En 1934
éste calculó que no quedaban más de 30 apaches libres. Escribiendo a Opler afirmó que estaban «Luchando una batalla perdida en México y sólo es cuestión de tiempo el que sean exterminados».
Goodwin y alguno que otro agente del departamento de asuntos indios americano intentaron establecer contacto con los broncos pero sin éxito. «Puedo decir que sería absolutamente imposible conseguir que un hombre blanco estableciera contacto con esta gente. Son demasiado primitivos...mis propios amigos, los apaches occidentales les profesan mucho miedo y no tienen ningún contacto con ellos».
Según parece Goodwin intentó establecer contacto con ellos pero su prematuro fallecimiento en 1940 puso fin a la tentativa. Alicia Delgado, historiadora amateur de Tucson (Arizona) que sirve de contacto con los medios informativos para varios grupos de apaches afirma que «los apaches
americanos saben lo que pasó a sus antepasados en México pero es un tema que prefieren no comentar en público. Es simplemente parte de la historia de su pueblo que consideran como privado»
En la primavera de 1933 tuvo lugar la última «batalla» de importancia con los apaches en un arroyo situado en Sonora a unos 480 kilómetros al sur de la frontera.
Allí una partida de ganaderos mexicanos mató unas dos docenas de apaches, la mayoría mujeres guerreras pues ya quedaban pocos hombres. Tres bebés sobrevivieron y fueron adoptados por familias mexicanas. A los pocos días, unos vaqueros hallaron a una muchacha apache de unos 12 ó 13 años, medio desnuda y exhausta deambulando por las montañas Tasahuinora. La llevaron
al pueblo de Nuevas Casas Grandes donde los aldeanos la vistieron con unas prendas masculinas, encerrándola a continuación en la cárcel del pueblo por falta de lugar seguro. Se negó a tomar alimento alguno mientras los curiosos acudían a mirarla. A los pocos días expiró. Fimbres condujo su última expedición contra los apaches en noviembre de 1935. Debido a las fuertes nevadas, un grupo de apaches formado por dos hombres y varias mujeres bajó de su escondrijo en lo alto de Sierra Madre, cayendo en una emboscada tendida por Fimbres y algunos amigos que los mataron a todos
Texto integro y adaptado de la Revista Española de Antropología Americana - Edward K. Flagler
http://revistas.ucm.es/
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